La Conquista de Sevilla

Capítulo 1º

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¡Madre! ¿Se acuerda de todo lo que nos hablaba padre de Sevilla? No había una sola noche en la que no aflorasen los recuerdos de su paso por la ciudad del Guadalquivir y mencionase lo vivido mientras paseaba por sus soleadas calles. Pero lo que verdaderamente le hacía entrañable era cuando hablaba, suavizando el tono de voz, y cambiaba las eses por las zetas.

La lluvia, que azotaba ruidosa contra el portón, al caer con fuerza sobre el tejado anunciaba, como siempre, la llegada de un crudo invierno.

Ante estos aguaceros, padre, mirando a la “socarreña”, nos decía con nostalgia: “Lo que aquí sobra, allí falta”..

¡Madre! ¿No cree que él nunca permaneció demasiado tiempo en el mismo asiento y parecía tener el corazón dividido? A los cuatro días de llegar a San Vicente ya añoraba la Torre del Oro, pero al volver de nuevo a la capital andaluza, echaba en falta sentir en su rostro la suave brisa del Cantábrico.

En la misma butaca que está usted sentada ahora introducía en la pipa el tabaco de las hojas de Brasil y, ceremoniosamente, antes de darle candela, comprimía la picadura con la yema del dedo pulgar.

Al llevársela a la boca chupaba intensa y repetidamente, saboreando con satisfacción las primeras caladas, hasta salir fuego de la cachimba. El humo que exhalaba en cada bocanada llegaba a las chamuscadas vigas de roble americano que aguantaban el caserón..................