La Fiesta de las aguas

Capítulo 2º

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La vida de una callada Doña Violante, a pesar de estar plagada de infinitas vivencias y multitud de anécdotas en las que participó, era agua pasada. Su actual apagada existencia, con un pasado celosamente guardado, se había detenido en un punto sin que hubiese concluido todavía su biografía. De ese rico patrimonio oculto nadie escuchaba nada.

De aquella garganta no salía vocablo alguno, ni tampoco sonidos guturales que albergasen el menor resquicio de un breve relato buscando la luz, intentando lograr con ello una esperanzada recuperación.

En su historial se acumulaban inmensidad de recuerdos con infinitas palabras, cúmulo de risas, carcajadas y hasta silbidos, a pesar de que las buenas formas y maneras, desaconsejaban tales costumbres para una distinguida señorita de ese postín.

La mocedad de la madre de Ramonín había sido el vivo retrato del dinamismo personificado, al amenizar, en otros tiempos, con danzas y trovas populares de honda tradición marinera, la arribada de las costeras.

Desinteresada por el presente y “sin moverse las agujas del reloj de su interior”, la existencia de Doña Violante Calderón de la Barca, seguía encadenada a la invariable rutina del paso de los días, los cuáles parecían todos iguales. ..................